viernes, 28 de marzo de 2008

El cuento de las guías

Con las guías, sobre todo la roja, que es la que manda, pasa aquello de que, por una parte las necesitas, pero luego las criticas. Imposible captar todos los matices de un restaurante, tanto por la variabilidad que pueden tener; una mala tarde la tiene cualquiera, como por nuestro gusto que, no siempre coincide con el estandar del inspector de la guía. Eso, suponiendo que en el criterio de la guía no influyan cosas tipo; cocino para agradar a tal guía, o directamente me bajo los pantalones con el director de tal otra y le pago todas las copas...
El bombardeo mediático que rodea las opiniones de las guías, deja al consumidor casi sin margen a sus opiniones. Si alguien dijera que el Bulli es sólo un buen bar de tapas, casi le encerrarían en el manicomio.
Nuestra pequeña sociedad de cocinas y mercado, ha tomado la decisión de no acudir a los restaurantes cuyo chef se prodigue en los medios. ¡Ya está bien!, que se pongan a cocinar y a sudar la bata y se dejen de hacer la folclórica. Si llegaron a la fama, fue por su trabajo, y ahora ¿qué pretenden? ¿montar franquicias? ¿macdonaldear?
Y con las guía, tres cuartos de lo mismo. No a la renovación, con una de hace años ya tenemos de sobra, ¿pretenden que nos gastemos el dinero en una guia al año que apenas se molestan en repasar?. Que cada uno cumpla con su misión, y si a los mediáticos no les llega con lo que sacan del restaurante, que se lo planteen y miren a los que, humildemente, llenan cada día sin salir siquiera en la guía de teléfonos.
¡A cocinar!

No hay comentarios: